¿Qué tan hombre eres?
- luna isabella forero camacho
- 24 may 2023
- 3 Min. de lectura
Ana Vargas y Luna Forero

Introducción
Escucha la corta introducción a la historia del machismo interiorizado de Nicolás.
Nicolás sentía que algo en su vida no estaba bien, pero no entendía qué era. Durante años su familia le enseñó lo que debía o no hacer, se le enseñó lo que para ellos estaba bien y lo que estaba mal.
Vivió durante sus primeros 6 años sin entender con qué clase de monstruo compartía la cena. Fue años después que comprendió por qué su madre lloraba cada vez que su padre llegaba emanando ese olor tan fuerte a aguardiente. Él no entendía en ese momento qué era lo que ocurría y su madre siempre lo enviaba a dormir con golpes y gritos de fondo.
Crecer no hizo las cosas fáciles. Nicolás hacía todo lo posible por ayudar a su madre en las labores del hogar: cocinaba, lavaba la ropa e incluso ayudaba a su pequeña hermana en todas sus actividades, pero eso ni a su madre parecía hacerla feliz. “Sé un hombre” eran las palabras que escuchaba de su padre.
Decidió, entonces, contra todo instinto que existiese en él, convertirse en uno.
“Salía con unos comentarios extraños y a las mujeres casi siempre las trataba mal” dice Jorge, un compañero con el que Nicolás solía trabajar en un almacén de Olímpica antes de la pandemia.

Aprendió a ser un hombre, o lo que él pensaba que eso significaba. Creía que su único trabajo era ganar dinero y gastarse la mitad en bebidas. Durante todo ese tiempo nunca hizo ningún esfuerzo por ayudar con alguna tarea del hogar, lanzaba piropos obscenos en la calle, y ni qué decir de su relación con Maria Paula, la chica que lo cambió todo.
Mirar partidos de fútbol y tomar cerveza eran sus actividades favoritas. "El fútbol es un ritual de la masculinidad", dice Verónica Moreira, una antropóloga en un artículo con Telam Digital. En una de esas tantas borracheras, molesto porque su equipo había perdido, Nicolás quiso desquitarse con Maria Paula.
“Llego como se me dé la gana a mi casa” es lo que Nicolás recuerda haberle dicho a Maria Paula cuando ella le pidió sumisamente que se fuera a acostar al sofá debido a su estado y no en la habitación que compartían.
Caminó hacia él tratando de llevarlo suavemente al sofá, pero en ese momento, Nicolas cuenta que tiene un vago recuerdo de él tomándole el brazo y empujándola con algo de fuerza hacia él. No fue hasta que ella le dijo “basta, me estás lastimando” que pudo recuperar algo de su conciencia e irse del apartamento.

Terminaron a la mañana siguiente, Nicolás se sintió devastado. Él no entendía cómo había llegado a ese punto en el que lastimaba a las personas que amaba, en ese momento decidió buscar ayuda y no convertirse en su padre.
Decidió, por segunda vez en su vida, convertirse en un hombre. Uno real.
Asistir a terapia fue el primer paso, e investigar sobre el machismo fue el segundo. Encontró que la educación machista que había recibido en su hogar se relacionaba con la violencia de género en la vida adulta, según un estudio del Injuve.
Descubrió que todo lo que le habían enseñado sobre ser hombre estaba mal y que debía desaprender todo lo que creía saber. Se dio cuenta de que sus comportamientos y actitudes eran el resultado de un sistema de creencias tóxicas que había sido transmitido de generación en generación.
Entendiendo que el verdadero valor de ser un hombre estaba en ser empático, solidario y respetuoso, Nicolás está logrando transformar su vida y sus relaciones. Aprende a ser un compañero respetuoso, y que expresar sus emociones no son signos de debilidad.
Siente que por fin todo en su vida está bien.
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